Oficialmente hoy empieza el verano y yo no tengo pueblo donde irme de vacaciones.
Es lo que tiene ser de la Capital, no tengo pueblo pero vivo en un pueblo que parece una ciudad, así que tiene todos los inconvenientes pero ninguna de sus ventajas. Me gustaría tener un chalet con piscina, y bañarme todos los días como las tops models de las revistas que salen divinas de la muerte al lado de sus dos perros de raza, que siempre tienen nombres como chuchi o pupi, bueno yo no tengo tampoco a chuchi y pupi, pero puedo salir con celulitis y cartucheras que llevan ya muchos años conmigo y nunca me han fallado, siempre ahí, al pié del cañón.
Recuerdo cuando era pequeña, y nos ibamos al pueblo de mi padre (mi padre si tiene pueblo), y todos nos conocían. Por las tardes, cuando ya no hacía sol, sacábamos las sillas al portal y nos tirábamos toda la tarde viendo pasar a la gente, todos se conocian y se acercaban, y aunque tú no sabias quienes eran todos esos señores con una cosa negra en la cabeza y un rabito, y esas señoras con la tez morena y las manos asperas de trabajar la tierra y lavar a mano, todos eran muy cariñosos contigo, te llenaban de besos y te decían, que eran familia tuya, todos eran o primos o tíos mios, yo no he tenido tantos primos en mi vida, aunque ahora ni siquiera me acuerde de sus caras.
Entonces no me daba cuenta de lo que tenía, y ahora lo echo de menos. Desde que fallecieron mis abuelos ya no he vuelto al pueblo, me daría mucha pena ver que todo a cambiado tanto como he cambiado yo, y prefiero conservar en mi memoria los recuerdos de la infancia, que seleccionan lo más bueno, el frío de las noches de verano, el olor de la cocina de leña, a mi abuelo recitándonos poesías, o los pregoneros que anunciaban que se vendían toallas en la plaza.
A lo mejor, tu si tienes pueblo y me lo puede dejar un ratito.
Esta es una foto del pueblo de mis abuelos.
Yo soy la del vestido clarito, y todos los demás,
como no, primos míos.